Desde que era muy pequeño, mi vida eran los coches. Tenía una ciudad hecha con mis “cochitos” y jugaba horas y horas, solo o con mi hermano. No sabía lo que era la F1, ni la competición, vivía en una finca en Celanova, aislado de todos esos conceptos, pero por mi sangre solo había una cosa Velocidad.
Nuestro padre nos regaló una moto de Trial cuando tenía 5 años y en vez de buscar zonas de Trial, exprimía el motor para ir cada vez más rápido. Pasaron los años y mi pasión por los coches crecía, tuve la ocasión de probar los karts de alquiler, y años más tarde cuando volví a probarlos en un campamento de verano, decidí que quería ser piloto de carreras.